No waste: de fruta rechazada a cosmética natural
Cero residuos con la cosmética facial
Júlia Roca Vera, diseñadora española, ha creado una línea de cosméticos no waste, utilizando frutas que se rechazaron en los supermercados únicamente por razones estéticas, teniendo en cuenta la tendencia del ser humano por comparar siguiendo el canon estético.
Decide llamar a esta línea de cosméticos “Lleig”, feo en catalán, haciendo referencia al origen, los residuos. La gama está formada por cuatro productos, envasados en cilindros de cerámica y, por tanto, cuentan con la posibilidad de ser rellenados en vez de desecharlos una vez que se han acabado, además estos recipientes están diseñados para apilarse unos sobre otros. La línea de cosméticos está diseñada para ser utilizada como parte de un ritual de belleza que se inspira en las tradiciones de baño holísticas que han existido desde la antigüedad.
Los cuatro productos están formados por una única pieza de fruta, una naranja. De esta manera conseguiría aprovechar al máximo la materia prima y reducir el desperdicio al mínimo. De la naranja exprimió el jugo para hacer un zumo, extrajo los aceites esenciales y la pulpa para crear la crema hidratante y el jabón y raspó su cáscara para un popurrí. Para conseguir extraer los aceites esenciales utilizó un aparato de destilación tradicional conocido como “alambique”.
Para completar el ritual, la persona debe llenar la jarra de arcilla con agua y verterla sobre el cuenco en el que está la cáscara de naranja, este agua aromatizada se usará para lavar la cara. Esta acción es importante porque le da más protagonismo al agua, convirtiéndola en un cosmético más.
Tras la limpieza de la piel y dejando que la crema hidratante se absorba, Júlia Roca recomienda beber el zumo que se había exprimido de la naranja, de esta manera también se estará nutriendo e hidratando el cuerpo por dentro.
Aunque en este caso se utiliza la naranja como materia prima para formar los productos y darle forma al ritual, se podría utilizar cualquier otra fruta o vegetal que sufra el rechazo en los supermercados por razones estéticas, como manzanas, plátanos o zanahorias.
Para conseguir la materia prima ella trabajó con una empresa social local llamada Espigoladors, la cual se dedica a que las frutas y verduras desechadas no se desperdicien, convirtiéndolas en otros elementos.
La intención principal es generar un movimiento no waste convirtiendo esas frutas y vegetales, estos residuos, en cosméticos, sin importar la fruta que sea. Júlia Roca con este proyecto espera fomentar un enfoque holístico de la belleza, priorizando la salud, el bienestar y la calidad sobre la apariencia externa.
No es raro que esta idea haya surgido en Cataluña, teniendo en cuenta que esta ciudad fue elegida como la capital mundial de alimentación sostenible en 2021.
Cero residuos o como reutilizar comida con más ideas.
Júlia Roca no es la única que se ha percatado de la cantidad de alimentos que se desperdician cada día.
- Tômtex es una alternativa al cuero que utiliza como materia prima las cáscaras de marisco y posos de café. En este material biodegradable se pueden grabar gran variedad de patrones para conseguir replicar el cuero de animales.
- Sonnet155 es un “bolso temporal” elaborado a partir de dos tipos de desechos. El primero de ellos son cáscaras de frutas que quedan de la producción de zumos y el segundo son fibras cortas de celulosa de una fábrica textil local.
- Dos estudiantes de diseño Hugo Maupetit y Vivian Fischer han desarrollado un método que consiste en fabricar ruedas recicladas de skateboard a partir de la recolección de chicles desechados. Los chicles son recolectados a partir de tableros que invitan a los peatones a pegar sus chicles en vez de tirarlos al suelo.
- Valdís Steinarsdóttir, la iniciativa de este diseñador islandés consiste en convertir la piel y los huesos de los animales en bioplástico para envasar para los alimentos. Estos envases se disuelven en agua caliente y se biodegradan en unas semanas.